La falibilidad de los No.1 del draft

Sobre el draft del jueves:

Desde que se creó la lotería del draft de la NBA en 1985, ¿cuántos No. 1 se convirtieron realmente en jugadores que “cambiaron una franquicia”? No simplemente All-Stars, pero tipos que ganaron campeonatos, vendieron entradas y pasaron a ser la identidad de sus respectivos equipos. Cuento a tres: David Robinson, Shaquille O’Neal y Tim Duncan.
Si no se toma en consideración el requisito del “campeonato”, se puede agregar a Patrick Ewing, LeBron James, Allen Iverson y Yao Ming. Los cuatro se convirtieron no sólo en All-Stars, sino que sus nombres son sinónimos de los equipos en los que jugaron. Fueron, de hecho, la franquicia. El punto es que ganar la lotería no es siempre la salvación que se dice que es. Son más las oportunidades en las que uno termina con un jugador que será un All-Star que con uno que ganará muchos anillos y estará en el Salón de la Fama.
(…) Greg Oden tiene la posibilidad de convertirse en uno de esos jugadores que cambian franquicias. (…) Es increiblemente largo y activo, y su ritmo, tamaño y ‘atleticismo’ le otorgan el potencial para ser el mejor pivot defensivo en la NBA por muchos años (…) No importa cuanto progrese ofensivamente (…) es un hombre alrededor del que se puede construir un franquicia entera.

El análisis de Steve Kerr fue hecho el 4 de abril, antes de que se hiciera el sorteo de la lotería y antes que él pasara a ser ejecutivo de los Phoenix Suns.
Como respaldando los comentarios de Kerr, siempre recuerdo lo que pasó en 1995, cuando había varios ala-pivots buenos en el draft, ninguno de los cuales habían completado la universidad. El que se llevaba todas las miradas y los halagos era Joe Smith, elegido en primer lugar. En una demostración de cuanto se pueden equivocar los ejecutivos NBA, detrás de Smith vinieron otros tres jugadores en la misma posición, Antonio McDyess (2) Rasheed Wallace (4) y Kevin Garnett (5). Hoy, todos son mucho más exitosos que el por entonces jugador estrella de la Universidad de Maryland.